jueves, 13 de septiembre de 2012


2.4. La Comunicación y la Educación
Hablar  de  comunicación  y  de  educación  como  dos  campos  separados  no  tendría sentido en el mundo actual. Carecía ya de sentido hacerlo en la época en que Paulo
Freire  escribió  los  textos  seminales  que  inspiraron  a  toda  una  generación  de especialistas de la comunicación de América Latina, (entre ellos Juan Día Bordenave,
Mario Kaplún, Francisco Gutiérrez y Daniel Prieto Castillo, quienes se han posicionado a lo largo de su vida a caballo entre ambas disciplinas) y carece de sentido ahora,
cuando la comunicación puede devolverle a la educación mucho de lo que obtuvo de ella.
Más que nunca, la educación necesita de la comunicación, no solamente para romper los  moldes  que  han  terminado  por  aprisionarla  y  separarla  de  la  posibilidad  de
crecimiento, sino también porque frente a la llamada “sociedad de la información” la escuela se ha quedado atrás en su manera de aprehender los nuevos procesos de la comunicación.
El modelo tradicional de la escuela ha recibido en los últimos años severas críticas por su  incapacidad  de  evolucionar  con  la  rapidez  que  requiere  el  desarrollo  social  y
tecnológico.  Modernizar  el  sistema  educativo  para  adaptarse  a  la  sociedad  de  la información se ha entendido a veces como una simple traslación de tecnologías. Se
reemplaza la tabla de multiplicar (que antes venía impresa detrás de los cuadernos), con calculadoras, y se introducen cámaras de vídeo y computadoras para sustituir a los
maestros, pero no se cuestiona desde adentro el concepto mismo de la educación.
Como ha señalado algún autor, en lugar de la alcancía de la “educación bancaria”
tenemos ahora cajeros electrónicos que no resuelven el tema de fondo.

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